Como su tocaya la testudina, no se deja controlar por los minutos. Más bien los acaricia con las yemas de sus manillas. Ellos, como los pulgones, segregan un líquido azucarado que le moja las rodillas asimétricas y hace crecer flores de estambres provisionales... Nada que no pueda curar un buen té de especias en buena compañía.
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