Si lo llevo diciendo ya un rato... Lo de ponerme a aprender a tocar el clarinete no me ha traído más que gustos. No puedo encontrar en mis trasiegos una decisión tan llena de buenas consecuencias. Si no es por un lado es por otro, o más allá, pero desde ese momento, que en principio fue sólo un momento, salto por los rincones como un ornitorrinco feliz. La última es ésta. Hacer con
Don Julio el cartel para el
Proyecto 43-2, iniciativa audaz como pocas (ole la gente con un par... o diez), y que además son las
coordenadas del árbol de Gernika, que tan bien nos cae.
Mi mamá me llamaba a veces culiflor, porque por lo visto tengo una flor en el sálvese.
Igual va a ser quizá que puede que tal vez a lo mejor tuviese razón...
Un beso largo para todos.
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