Cayó en mis manos por casualidad una boquilla nueva, un día que parecía haber olvidado la mía. Ahora la mía es esta y la otra, en efecto, la he olvidado. ¡Qué agudos, señores! ¡Qué portatos ascendentes! ¡Qué terciopelitud! ¡Qué sonido edredonoso! Estoy levitando. ¡Ay, la lira de Vandoren, la Lira de Apolo, deberíamos llamarte!
No hay comentarios:
Publicar un comentario